lunes, 14 de noviembre de 2011

Elena Undone

Hará unos veinte años atrás, me dije que tenía todo lo que podía desear y no deseaba más, excepto libros.
Después se me compartió el gusto por la música y las películas.
Adoro algunas cintas, me encantan otras tantas canciones, y continúo amando los libros.

Hasta antes de un lustro atrás nunca había puesto atención a, cuando veía una película, fijar mi gusto en si la película era doblada al español o subtitulada, aunque creo que todas o casi todas deben haber sido subtituladas (soy un producto de Hollywood).
Por ese entonces se desveló definitivamente quien cambiaría mi vida para siempre. Ahora solo veo películas subtituladas. Y vivo con la confianza de escuchar en cualquier momento la risa de La Cascada Que Cae Riendo… en algún lugar del Laberinto.

Pero me he desviado casi completamente de lo que deseo traer a cuento hoy: tres películas que recién he visto; bueno, dos y una serie de televisión. Las dos cintas son americanas, la serie de televisión es alemana. Las tres van sobre un mismo tema, tema que durante toda mi vida, si bien no desconocí, si me fue hasta un cierto grado indiferente. Ahora el tema me involucra.
Las películas se titulan Loving Annabelle y Elena Undone, la serie de tv se titula Verbotene liebe (Forbidden love).
Si tienen oportunidad, véanlas.







Mientras que en otras partes del mundo, los asuntos alrededor de este tema giran en relación no ya a si es o no aceptable socialmente (se da por concluido que lo es), sino solo a su manejo social. Acá, en México, en su mayor parte seguimos no ya siquiera cuestionando su manejo social, sino a veces con el desatino de aventurarnos a plantear meros absurdos legales al respecto. Como casi siempre, México mira su ombligo, muy presuntuoso de sus tradiciones, tradiciones muchas que son meras costumbres desafortunadas.
Según el dicho popular, todos somos guadalupanos; siéndolo o no, debemos corregir a la iglesia y al Estado el que vayan condenando a nuestros hijos e hijas por tener el arrojo de pensar y decidir por sí mismos. Después de un par de siglos, seguimos en lo mismo. México tan moderno, y sin embargo tan tan atrasado (aquí viene siempre a mi mente la imágen de la mujer que defiende a su marido cuando la va golpeando: “¡Déjenlo, que él me puede pegar, para eso es mi marido!”).

En verdad, sabiendo que hay quienes gustan de los zapatos de color café, de quienes gustamos de los zapatos de color negro, de quienes gustan de los zapatos sin agujetas, de quienes solo disfrutan usando tenis, o de quienes usan zapatillas ¿puede en verdad alguien decir que unos u otros son mejores por el solo hecho de diferenciar su preferencia por los zapatos?
Por desgracia, hay muchos que creen que sí, que sí pueden diferenciar si alguien es mejor o no por sus meros gustos o preferencias. Y no solo creen que pueden diferenciarles, incluso creen que pueden juzgarles dignos o no de tener derechos. Que tontera.
La decencia, el decoro, se torna entonces en hipocresía disfrazada.

PD Por cierto, no puedo pasar sin agradecerlo públicamente: un viejo amigo ha regresado a mis manos después de haber ido literalmente de un lado al otro del océano. Mi gratitud a una de las más preciosas Brujas que he conocido, a la que le prometí contarle la historia de este libro, y el por qué de su significado para mí. Espero el momento de estar en su compañía, tomando un café, y relatarle esa historia.

PPD A propósito, me has reclamado el que no he venido siquiera a decir que estoy bien, pero, de la misma forma, puedo yo reclamarte lo mismo. X

Estado Terrorista de Israel vs Palestina

Estos últimos días han sido de dolor, de desesperación, y de impotencia. El ESTADO TERRORISTA ISRAELÍ no ha parado de atacar e invadir Pales...