En
estas fechas, cuando los mejores sentimientos humanos debieran
hacerse presentes, es una noticia deprimente la que en Uganda han
creado como una ley regresiva.
No
solo no es posible que al capricho de unos, todos deban sujetar su
vida sobre las reglas de aquellos cuando estas reglas no tienen más
valor que una mera moralidad medieval. Moralidad que no tiene
sustento alguno y que no se sostiene ni con la mejor buena voluntad.
Una moralidad de doble cara, hipócrita, deleznable, intolerante.
“Haz
lo que digo, no lo que hago”.
¿Te
gustan mis zapatos? A mí no me gustan los que llevas puestos, para
mi, son feos. Pero el que te gusten a ti esos zapatos y a mí no, no
me da derecho alguno para considerar que eres un enfermo mental y que
estarías mejor recluido en una celda donde nadie más pueda ver los
gustos que tienes en zapatos.
Por
la mera diferencia de gustos no tiene nadie derecho de condenar a
otro. Esto es sencillamente ridículo.
La
homosexualidad no es una enfermedad, la homofobia sí lo es.
Todos
tenemos igual derecho a buscar la felicidad.
Vive
y deja vivir. Ama y deja amar.
Uganda
ha aprobado una ley que condena a cadena perpetua a homosexuales.
En
Uganda la homosexualidad es ilegal y se prohíbe cualquier promoción
de comportamiento homosexual.
http://www.bbc.co.uk/mundo/ultimas_noticias/2013/12/131220_uganda_ley_antigay_amv.shtm
Por
desgracia, no es necesario ir tan lejos para toparse de cara con este
tipo de pensamiento retrógrada que solo muestra una cultura
retorcida y corta de miras. Una gran parte de nuestro México
considera que la homosexualidad es una enfermedad, cuando no piensa
que es un crimen.
Pobre
de México, tan lejos de Dios por más que se da golpes de pecho
repitiendo que es muy católico. A ver quién le cree.
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